domingo, 5 de junio de 2011

Hackea Tu Vida por Humberto Moreira

Encontré en Internet un video que advierte en contra de los medicamentos, en especial de los antidepresivos y los ansiolíticos. La mujer en el video sugiere que este tipo de pastillas son más placebo que otra cosa, y que, además, dejarlos resulta complicado o imposible —porque las farmacéuticas buscan que quedes enganchado de por vida— lo cual resulta contradictorio.
Por un lado es cierto que no podemos dejar estas medicinas de un día para otro sin cuidado del médico. Pero claro que se pueden dejar, de forma paulatina y aguantando el síndrome de abstinencia que tendrá tu cuerpo. Por otro lado, si de verdad fueran placebo, dejarlas no me hubiera hundido a mí en una depresión que me llevara a pensamientos suicidas, como ocurrió. Sí hay que tener cuidado, pero precisamente por eso consultas primero a un médico.
No debemos perder de vista es que no hay píldora mágica. Todas tienen efectos secundarios y cambian al menos un aspecto de tu vida. La decisión de tomarlas es porque tu prioridad es terminar con lo que te hace sentir mal. Yo he estado 20 años con presión en el pecho y me parece justo terminar con ella de una vez. Como dijo mi médico “lograr que disfrute mi vida”. Pero hay otras cosas que se pueden hacer junto con los medicamentos o si has decidido no tomarlos.
Haz ejercicio: El que quieras. Dale siete vueltas al parque corriendo con tu perro. Sal a caminar de la mano con tu pareja. Prende la tele mientras estás una hora en la elíptica. Haz yoga antes de dormir. Camina alrededor de la manzana después de comer. Pon música en tu casa y baila cuando regreses de trabajar. No necesitas estar inscrito en un gimnasio. Francamente, ¿por qué no estás haciendo ejercicio?
Medita: Practiques o no una religión, la meditación debe formar parte de tu vida. Hay un montón de libros y videos que te explican cómo. En principio, la intención es poner la mente en silencio. Empieza poco a poco. Calla tu mente durante siete minutos y ve aumentando el tiempo hasta que puedas quedarte una hora en silencio. Observa tus pensamientos y dejarlos pasar sin engancharte. Bajar el switch de tu cerebro te ayudará a encontrar mejor descanso y a reducir significativamente tu ansiedad.
Busca la sonrisa: Todos—tengamos un desorden o no— necesitamos realizar día con día actividades que nos gusten. Ojalá todos pudiéramos tener el empleo de nuestros sueños. Pero si no es tu caso, busca que tu hora de comida sea placentera. Que tus actividades a la salida del trabajo sean relajantes y estimulantes. Que tus fines de semana estén dedicados a ti y a las cosas que te gustan. Comparte tu tiempo libre con la gente que amas. Evita lo que no deseas. No asistas a fiestas y reuniones que no se te antojen. En lo social, nada es obligatorio.
Apaga la tele: Es perfecta para arrullarnos cuando no podemos dormir. Pero —al menos a mí— una de las cosas que más me genera ansiedad es la sensación de que la vida se me está yendo sin lograr muchas cosas. La única forma de lograr es hacer. Y la única forma de empezar es apagar la tele. Si lo que deseas es poner tu propio negocio, leer cien libros al año, escribir una novela o pasar más tiempo con tus hijos, tienes que apagar la televisión.
Ten una mascota: Los animales son excelente compañía. Lo importante es saber que estás en condiciones de darles una vida cómoda (espacio, tiempo y dinero). Yo tuve un perro que me enseñó a identificar cuando mi mal humor era por algo real y cuándo era mi ansiedad trabajando. El miedo a ser una persona horrible con él me llevó a prestar atención a mis reacciones de ira. Su necesidad de alimento, higiene y juego me obligaron muchas veces a salir de la cama, incluso en la peor depresión.
Equilibra: Cualquier doctor te dirá que es necesario encontrar el equilibrio entre la diversión, el trabajo y el descanso. Nosotros los distímicos tendemos a refugiarnos, ya sea en el trabajo, o en la cama, o en las sustancias. Pero las respuestas están en aprovechar el presente y tomarlo como es. Busca el equilibrio entre tus actividades, procura que cada momento sea de calidad en lo que sea que estés haciendo y comparte cada logro y cada frustración con la gente que quieres.
Toma terapia: No sólo de medicinas vive el hombre. También necesitamos hablar y, en ocasiones, puede que contar ciertas cosas a tu mejor amiga, a tu pareja o a tu mamá te de mucha pena. Busca un terapeuta, alguien a quien le pagues por escucharte y que sepas que no te juzga, que no se espanta, que está ahí para ayudarte. Algunos psiquiatras son además terapeutas, otros te referirán con alguien, otros te dirán que busques por tu cuenta. Lo importante es tener la opción y saber que esta terapia es un compromiso contigo, parte de tu camino hacia la salud.

Al final, los medicamentos son como muletas: Nos ayudan a caminar cuando no nos estamos sintiendo muy bien, pero las dos piernas son nuestras y está en nosotros echarlas a andar. Toma medicamentos si tu doctor y tú han decidido que los necesitas, pero no pierdas de vista que el trabajo principal está en ti y en las cosas que haces día con día. Es tu decisión levantarte o no al trabajo, jugar o no con tus hijos, comer balanceado y rico, tomarte una cerveza o cuarenta, relacionarte con gente linda y amable que te merezca o no… ¿Cuáles son tus decisiones? ¿Cuáles tus alternativas? ¿Qué aconsejarías a otros que hicieran ante la depresión y la ansiedad?

No hay comentarios:

Publicar un comentario