domingo, 29 de mayo de 2011

Pedro Ferriz de Con

De un día para otro Carmen Aristegui y Javier Solórzano desaparecieron de la radiodifusión. De la suspensión de su programa en Televisa avisaron a su público y la semana pasada la última transmisión de Círculo Rojo hizo un recuento de los 15 meses que duró esa serie. En la radio lamentablemente no ocurrió lo mismo. Esos comunicadores, en contra de su voluntad, dejaron la conducción de los noticieros que tenían a su cargo en la estación Imagen.

Gracias a la prensa escrita sabemos que el jueves pasado, cuando se disponía como todos los días a iniciar su noticiero, Carmen Aristegui fue atajada por Pedro Ferriz de Con quien le impidió entrar a la cabina de transmisiones. El también conductor y además funcionario de Imagen alegó que la periodista había infringido el Código de Ética de esa empresa al mencionar en público algunos de los desacuerdos que habían tenido acerca de la orientación editorial de los noticieros.

Ese no era mas que un pretexto. El mencionado Código no impide referirse fuera de la empresa a asuntos de su política interna aunque algunas de sus disposiciones sí podrían ser aplicables al comportamiento de Ferriz de Con. Allí se dice por ejemplo que: “Conductores, reporteros, redactores, jefes de información y productores tienen la obligación de mantenerse al margen de relaciones y actividades personales, políticas y comerciales que pudieran crear conflictos de interés reales o aparentes que pongan en duda la integridad e imparcialidad de su trabajo periodístico”. No son un secreto las relaciones políticas y las actividades comerciales que Ferriz suele desplegar en busca de beneficios personales.

El injustificable e insolente abuso que cometió contra Carmen Aristegui al impedirle ejercer su trabajo periodístico no es contradictorio con la discutible trayectoria, salpicada de infracciones éticas, que Ferriz ha protagonizado desde hace años. Si la cercanía que algunos dicen que tiene con la casa presidencial es cierta, tendría que admitir que sin la confianza y el respeto del público sus relaciones personales servirán de muy poco. Su comportamiento de la semana pasada ratifica las aprehensiones y los cuestionamientos abundantes que se han tenido sobre el desempeño de ese conductor.

Hace un par de años Ferriz tuvo un diferendo público con el senador Javier Corral Jurado cuando le reprochó al aire su negativa para acudir al noticiero que entonces conducía. Corral se rehusó a estar frente al mismo micrófono que él porque cinco años antes Ferriz difamó a Julio Scherer, el fundador de la revista Proceso.

En septiembre de 1995 ese conductor había enderezado contra Scherer imputaciones de enriquecimiento ilícito, aparentemente en represalia porque la revista ridiculizó su desempeño en la transmisión de una ceremonia oficial. El director de Proceso impugnó esas acusaciones por la vía judicial pero retiró su demanda cuando, pocas semanas más tarde, Ferriz le ofreció disculpas públicas.

Lo que no se canceló fue el recuerdo de aquel incidente. Así que a fines de 2000, cuando Ferriz lo acusa por no concederle entrevistas, el senador Corral le escribe una carta en donde recuerda el incidente. “Yo mismo –le dice– he sido sujeto constante de sus calumnias”.

Apenas en la Legislatura anterior, cuando Corral era diputado y junto con legisladores de varios partidos preparaba una iniciativa de ley de comunicación social, en varios medios se dijo que ese proyecto era una “ley mordaza”. Ferriz se encontraba entre los comunicadores quisieron distorsionar aquel esfuerzo legislativo. Él y otros encargados de diversos medios “nunca estuvieron dispuestos a escuchar nuestra versión, ni siquiera a recibir nuestras llamadas por teléfono ni de atender a nuestro derecho de réplica”, le reprochó Corral.

“Puedo afirmar, y lo tengo ampliamente documentado –añadía– que del 29 de septiembre al 21 de octubre de 1998 fue usted el locutor de la ciudad de México que más mentiras contó, que más desinformó y que más calumnió el proyecto legislativo que impulsamos y que entre otras cosas busca reglamentar el derecho a la información y con ello el acceso a la información y los derechos de los periodistas”.

De aquella carta fechada el 1 de noviembre de 2000, el senador Corral envió una copia al autor de esta columna. Allí le reclamaba a Ferriz de Con: “Con la misma libertad con la que calumnia, le pido respete también mi derecho a seleccionar los medios y periodistas respetables con los que se pueda entablar un diálogo entre iguales”.

Al cerrarle la puerta de su sitio de trabajo Ferriz propició que a Carmen Aristegui se le abran muchas más, de tal suerte que no pasará mucho tiempo sin que la volvamos a tener en la radio. Lo mismo sucederá con Javier Solórzano. En cambio Ferriz, perdedor absoluto en este episodio topará con el desaire, cada vez más amplio, de quienes han sido sus radioescuchas.

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