viernes, 5 de agosto de 2011

Rubén Moreira : Nepotismo Lío de faldas y presunto abuso de poder

por Rubén Moreira

 

 

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha abierto una investigación a su director gerente, el francés Dominique Strauss-Kahn, por un presunto caso de nepotismo vinculado a relaciones íntimas con una subordinada, Piroska Nagy, ex alta funcionaria de la institución, de origen húngaro, que trabajaba en el departamento de África. La investigación busca aclarar si Strauss-Kahn favoreció económicamente a Nagy y provocó su despido para salvar su matrimonio. El supuesto romance comenzó a principios de este año durante una conferencia en Europa.
A través de un comunicado, Strauss-Kahn declaró brindar su «pleno respaldo» a esta investigación, que se ocupa «de un incidente que sucedió en mi vida privada en enero de 2008».
La gestión, el dinero, las mujeres y la seducción, catapultaron a Dominique Strauss-Kahn (1949, DSK) a la dirección del FMI, pero también han sido la cruz de un calvario sembrado de escándalos y huellas de incontables batallas de amor, ambición, sexo y política.
Nacido en el seno de una acomodada familia judía, crecido en Marruecos, antes de estudiar en París en las mejores escuelas de negocios, economía y leyes, DSK comenzó siendo un niño prodigio que se casó a los 18 años y fue rapidísimo padre de tres hijos. «Era un profesor encantador, que seducía a sus alumnas hablándonos de economía política», diría de él Nicole Notat, ex dirigente del segundo sindicato más influyente de Francia (la CFDT), recordando los primeros años del joven profesor que comenzaba una carrera política a paso de carga.
Educado entre Marruecos, Francia y el Reino Unido, hablando con fluidez francés, inglés, alemán, español y judío, decidiría estudiar árabe coloquial cuando su carrera política lo condujo más tarde a la periferia de París. Esa fluidez encantadora, en varias lenguas, precipitó su primera crisis matrimonial, en un lustro corto. El jovencísimo padre de tres hijos encontró un nuevo y apasionado amor en brazos de una gran «comunicadora» parisina, madre de su cuarto hijo.
La vida matrimonial más intensa corría pareja a una vida política vertiginosa. En apenas quince años DSK pasó por todas las familias del PS, sin «casarse» con ninguna, pero poniéndose al frente de la gestión de una cooperativa estudiantil que terminó siendo un gran escándalo. Ya ministro de economía y finanzas (1995) se vio forzado a dimitir, en apenas un trimestre, víctima del escándalo de aquella cooperativa, de la que cobraban sueldos ilegales muchas de sus amistades masculinas y femeninas.
Convertido en figura emergente del socialismo francés, a mediados de los años noventa del siglo pasado, DSK se ganó una justa fama de hombre «galante», «casanova», que terminaría arruinando su segundo matrimonio, tras conquistar a una de las periodistas más famosas y ricas de Francia, Anne Sinclair, heredera de un legendario marchante de arte neoyorquino, Paul Rosenberg, divorciada de otro periodista célebre, Yvan Levaï, que la traicionaba con las más jóvenes colegas radiofónicas.
La pareja DSK–Anne Sainclair fue durante varios años una pareja casi ideal. «Dominique —confiesa uno de sus íntimos— era feliz, con una mujer rica, famosa. Pero tenía el gusanillo de la política. Se le metió en la cabeza ser presidente de la República». Entre su primer y tercer matrimonio, con cuatro hijos de los dos primeros, DSK no solo podía aspirar a conquistar el PS y la presidencia de la República. Era amigo de la más selecta elite del poder financiero. Pasaba por ser un socialista «reformista». Sabía hablar a banqueros y señoras, para horror de sindicalistas y su propia esposa.
La carrera de DSK al Elíseo fue un fracaso. Pero Nicolas Sarkozy apreciaba a su rival. Y lo propuso como candidato de Francia a la presidencia del FMI. El gran seductor parisino desembarcó rápidamente en Washington, acompañado de una esposa que instaló en sus salones familiares varios monet de su propiedad. A los pocos meses de llegar, DSK comenzó a intercambiar correos con una economista de buen ver. Correos que terminaron en un lecho de plumas.

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