jueves, 7 de julio de 2011

Ruben Moreira : Presidente Perdedor/ Fox Antes y Después

Por Ruben Moreira

Desde que le ganó a Fox la partida de su postulación, aun cuando éste alentó, calculador, que la mitad de su gabinete le apoyara, Felipe Calderón no ha tenido victoria alguna, ni siquiera a la hora de anunciar, con bombo y platillos, las aprehensiones de “capos” célebres cuyos confinamientos no han detenido, ni resquebrajado ni desmantelado, como tanto se ha dicho, a las grandes mafias criminales con presencia creciente sobre el territorio nacional. Ya hemos dicho que mientras no se exploren, dentro del aparato gubernamental –y, sobre todo, militar-, las interconexiones de los “cárteles” con algunos elementos de alto rango oficial, la lucha contra el narcotráfico estará perdida en los verdaderos campos de batalla.

En fin, Calderón anunció, un semestre después de su inolvidable asunción presidencial a trompicones ante el azoro de los invitados extranjeros, que había cesado la crispación entre los mexicanos y contaba con el aval ciudadano, pretendiendo con ello una legitimidad jamás alcanzada. Y tardó dos años, en los que no fueron pocos los raspones y las insidias con otros panistas distinguidos incluyendo el ex presidente Fox, para conquistar a la dirigencia de su partido instalando a sendos personajes con carillas de monaguillos regañados: Germán Martínez Cázares y César Nava Vázquez, sus colaboradores cercanísimos –el primero fue secretario de la Función Pública y sólo tuvo tiempo para lanzar bravatas, perdiéndolas todas, y el segundo su secretario particular-, quienes apenas duraron al frente del desfondado PAN. Y, en noviembre de 2010, emergió Gustavo Madero Muñoz como reemplazo contra el señalado por el propio Calderón para suceder a Nava: Roberto Gil Zuarth, quien al ser derrotado por los consejeros panistas... arribó a la secretaría particular de la Presidencia, como una especie de trueque. Puros fracasos desde Los Pinos que los panegiristas del mandatario tratan  de matizar con el sambenito de que “ahora sí” hay democracia y el presidente no lo puede todo. Falacia pura porque, de existir la tendencia que arguyen éstos, Calderón jamás habría metido las manos en su partido para convertirlo, mientras pudo, en un anexo de la casa presidencial.

Igualmente, perdió escandalosamente en el Estado de México al encaminar a otro de sus ex secretarios particulares, Luís Humberto Bravo Mena, hacia el ridículo político más grave de cuantos tengamos memoria. El pobre hombre parecía, auténticamente, un anciano menesteroso en busca de sufragios imposibles. Y así se mantuvo, obcecado, durante los 45 días que duró la campaña por el gobierno estatal sin rebasar la línea de los quince puntos entre las preferencias ciudadanas. Un tercer sitio que señala el deterioro profundo de la imagen presidencial en las cercanías del Distrito Federal en donde el titular del Ejecutivo federal es repelente a la mayor parte de sus habitantes desde que fue llamado “espurio”.

Para colmo, el experimento judicial, para tratar de formar expedientes contra los adversarios incómodos, le reventó en las manos con el caso Hank Rhon. Dicen que pidió, en una de las tardeadas habituales, un “ron rico” y lo fueron a buscar a Tijuana. Un fracaso de siete suelas. Y en la misma tónica resultó su encuentro con los miembros de la “Caravana de la Paz”. Puros desplantes para insistir en que él está bien... aunque no tenga éxito en nada.

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