lunes, 25 de julio de 2011

Humberto Moreira : Vicente Chaires "Se impuso el fútbol"

por Vicente Chaires

 

Y no se dio la resurrección futbolística que esperábamos. 

Es cierto, sabíamos que el plantel llegaba cansado, diezmado, con el trajín a cuestas, millas y millas de recorrido, aunque eso no es la excusa, pese a que suene a eso.

Paraguay, que nos deleitó con su buen fútbol, primero ante Ecuador y luego frente a Brasil, se fue apagando. Nos preocupó ante Venezuela, nos tuvo con el Jesús en la boca. Otra vez ante Brasil nos dio un poco de pena, porque físicamente se caía a pedazos e igual cosa sucedió en el juego nuevamente con los venezolanos. 

Ese resurgir no se dio, Uruguay entró a arrollarnos, y por momentos, lo logró, Suárez fue una tromba, y lo ratificó en el primer gol. Forlán demostró cuán goleador es y se despertó en la Copa, justo en la final, sí, en los partidos donde los goleadores deben aparecer, primero con un zapatazo, y luego de colocada, el segundo, y el tercero, el gol que hizo que bajáramos los brazos, y el del tiro de gracia, respectivamente. 

Ortigoza intentó ser el que genere fútbol, y miren que tuvimos un buen pasaje en el primer acto, en el que rotamos y Uruguay se refugió atrás aunque metiendo unos tremendos contragolpes, con sus volantes Arévalo Ríos y los Pereira, Maximiliano y Álvaro. 

Pero el que se erigía como cerebro la perdió en la cabecera del área y Uruguay no perdonó. Ortigoza fue sorprendido y tras recuperarla los charrúas la mandaron a guardar por segunda vez, con un Forlán que resolvió rápido, violento, sin dejar lugar para la reacción de Villar. Creemos que allí, a los 41 minutos de juego, se cayó toda la estantería Albirroja: luego, todo fue por inercia, poniendo ganas, pero con poca fe. 

MEDIAS BAJAS. Ese es el término bien futbolero para graficarles el segundo tiempo de Paraguay.

Es cierto, Haedo nos erizó la piel en aquel bombazo al travesaño, tras gran asistencia de Ortigoza, que pese a su gran responsabilidad en el segundo tanto uruguayo, nunca decayó anímicamente.

Pasadito el cuarto del complemento, Riveros quedó en un cara a cara con Muslera y este también dijo presente. Dos, sí dos, fueron las situaciones claras que tuvo la Selección. Que si pudieron cambiar la historia del juego, claro que sí, pero hoy usted sabe que eso no pasó.

Y cuando ya con el once inicial no se agregaba nada nuevo, y Uruguay con un gran entrenador como Tabárez se dio cuenta y envió a la cancha a Cavani, la misma tripleta ofensiva del Mundial. La Albirroja los puso a los dos extremos ofensivos, Pérez y Estigarribia, quemando todas sus naves. Hernán fue desequilibrante a su manera y Chelo no trascendió.

Y sí, Pablo Zeballos fue solo un número, porque nunca trascendió en el ataque, y quedó en deuda a nivel de Selección. El que lo suplantó, Barrios, cerró el certamen con una desgracia, su físico le pasó factura por tanto desgaste. Un pique largo y una rotura, la que rompió con toda ilusión y el resto ya lo saben.

Golazo de Forlán para coronar una gran Copa América de la Celeste y cerrar una etapa, para algunos, la de toda una generación que dará paso a otra en la Selección, incluida la continuidad o no del entrenador, la que se resuelve el jueves. 

Pero ahí estuvo la Albirroja, la que nos mantuvo en vilo por un mes, recorriendo miles de kilómetros, tras de ella. Se hizo historia, claro que sí, que no se crea que este subcampeonato no se valora, pero demás está decir, que nada suplanta a ganar un torneo. ¿Lo que se viene?, unas demasiado duras eliminatorias...

URUGUAY VENCIÓ CON CLARIDAD A LA ALBIRROJA, QUE DESDE LA SEGUNDA FECHA DE LA COPA, NUNCA RECUPERÓ EL ALTO NIVEL.

LA CELESTE FUE SUPERIOR DURANTE LOS 90′, ANTE UN PARAGUAY QUE LUCHÓ, PERO AL QUE LAS PIERNAS NO LE ALCANZARON. 

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