miércoles, 27 de julio de 2011

Humberto Moreira y Vicente Chaires : La ansiedad: un parásito de la mente

Humberto Moreira foto Vicente Chaires

El Blog de Vida en Prodigy MSN con Vale Villa(AFP)

Parece que vivimos en la era de la ansiedad, si entendemos a ésta como una prisa loca, desenfocada, absurda por llegar quién sabe a dónde a conseguir quién sabe qué. Esta ansiedad tiene que ver con el estilo de vida contemporáneo de las grandes ciudades, con las amenazas globales que enfrentamos como planeta de índole económica, ecológica y social. Parece que nuestro mundo se ha convertido en un lugar poco propicio para la tranquilidad. Sin embargo, la paz interna, el sosiego, tiene mucho más que ver con lo interno que con la realidad externa. La ansiedad, como un mal hábito de la mente, impide la posibilidad del disfrute, de la relajación, de la vivencia cabal del amor a uno mismo y a los demás. La prisa, la preocupación, los agobios, las obsesiones, son la antítesis del bienestar.

Existen muchos tipos de ansiedad. En el Manual diagnóstico de trastornos mentales (DSM IV-R) se consignan los diversos tipos de ansiedad. Algunos de ellos requieren para su tratamiento de fármacos y psicoterapia. De la que escribo hoy, es de esa que puede ser tratada con psicoterapia, focalizando el trabajo en descubrir los malos hábitos de la mente que pueden ser modificados si se hacen concientes y si se experimenta con nuevas formas de pensar y de actuar.
La ansiedad está asociada al perfeccionismo, a dudar sobre qué tan capaz o fuerte es uno para enfrentar la vida. Estos rasgos de la personalidad pueden remitir a un pasado donde no fue posible consolidar una seguridad básica, una autoestima saludable y un autoconcepto amoroso y realista.

El ansioso se encuentra atrapado en un círculo "detector de defectos", en donde, con un ojo microscópico, encuentra lo que está mal por mínimo que sea. Cualquier logro humano, académico, laboral, social, amoroso, es minimizado ante su falta de perfección. Esta búsqueda compulsiva de la falla se vuelve una pesadilla para sí mismo y para los demás, a quienes somete al escrutinio feroz. La tragedia del ansioso es que así como siente que nada está bien dentro de sí mismo y que todo puede salir mal, así mismo trata a los demás, haciéndolos sentir que siempre se equivocan y que nunca lograrán hacer nada bien.

La vida es por decirlo de alguna forma, una cadena de eventos generadores de ansiedad. Todos los días alguien nos agrede, algo nos sale mal, tal vez un amigo nos traiciona, terminamos una relación amorosa, perdemos un proyecto importante, etc. Antes estos eventos, es normal perder perspectiva y sentir enojo, tristeza, impotencia y algo de caos. Sin embargo, el ansioso no es capaz de recuperarse y esos eventos lo hacen perder la perspectiva casi de manera permanente, es decir, que su balance sobre su vida, es que todo está mal y que el mundo es un lugar lleno de amenazas y peligros.

Algunos autores sugieren hacer una tabla con dos columnas. De un lado anotar los eventos negativos que ocurrieron a lo largo del día. Del otro, anotar los eventos positivos del día. Y hacer esto todos los días a lo largo de un mes. La tendencia que arrojan algunas investigaciones es que generalmente las cosas positivas exceden a las negativas. Nos pasan más cosas buenas que malas, sólo que muchas veces no nos damos cuenta.

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