viernes, 1 de julio de 2011

El padre fundador del nepotismo capitalista en el blog Moreira

Tan pronto como el gobierno federal anunció su rescate de los plutócratas de Wall Street por billones de dólares (para empezar), los defensores del rescate sacaron la que aparentemente creían que era su arma secreta: el mito de Alexander Hamilton como supuesto inventor del capitalismo estadounidense. Hamilton, decían, aprobaría el rescate. Caso cerrado. ¿Cómo podría discutirse al “arquitecto de la economía estadounidense”?

Forbes.com inmediatamente publicó un artículo titulado “Alexander Hamilton versus Ron Paul” para justificar que las críticas libertarias al rescate deberían rechazarse, pues Hamilton fue un gran estadista comparado con el Congresista Paul y sus seguidores. El Wall Street Journal Online publicó un artículo del historiador económico John Steele Gordon en el que argumentaba que nuestro problema real es que la banca central no está suficientemente centralizada, pedía un dictador/regulador de los mercados financieros, apoyaba el rescate y, lo que es más importante, echaba la culpa de la actual crisis económica a ¡Thomas Jefferson! Jefferson se opuso al primer banco central de Estados Unidos, el Primer Banco de Estados Unidos de Hamilton y defendía una moneda fuerte. Es este tipo de pensamiento libertario de libre mercado, decía Gordon, la causa de la crisis actual.

Lo que demuestra esta frenética idolatría por Hamilton es cómo su mito es la piedra angular ideológica del sistema estadounidense de nepotismo capitalista financiado por una enorme deuda pública y la falsificación legalizada de moneda mediante la banca central. Es este sistema la causa real de la crisis económica actual, contrariamente a las falsas afirmaciones de Forbes.com y el Wall Street Journal.

Vivimos en la “república de Hamilton”, como ha dicho orgullosamente el escritor Michael Lind. Goerge will escribió una vez que a los estadounidenses nos puede gustar citar a Jefferson, pero vivimos en el país de Hamilton. Es verdad, pero no es la bendición que proclaman gente como Lind, Will y otros. La verdad es justamente la contraria, como explico en mi nuevo libro: Hamilton's Curse: How Jefferson's Archenemy Betrayed the American Revolution — And What It Means for America Today.

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