sábado, 2 de julio de 2011

Diálogo en Chapultepec por Vicente Fox en el blog Moreira

D Icen quienes lo conocen, que nuestro Presidente es terco y obstinado. ¡Qué bien! porque si no lo fuera, jamás habría vencido los obstáculos que le impedían llegar a la Presidencia, entre ellos -y no el menor- era el desafecto de Vicente Fox y especialmente el de su zotaca mujer. La cosa estaba tremendamente difícil, millones de pobres habían depositado su confianza en el candidato que les ofrecía el gran cambio: "Los pobres primero", México sería la pura Jauja para ellos; les aseguraba. Cuando todas las encuestas señalaban al Mesías como puntero; obstinado y terco como aseguran que es quienes lo conocen; Felipe Calderón no se dio por vencido, reforzó su campaña y mucho contaron para su triunfo, los desafueros y excesos del que ya se sentía presidente. Como todos sabemos, el voto ciudadano privilegió a Felipe Calderón; quien una vez más hubo de echar mano de toda su terquedad para asumir la Presidencia en un ambiente más que hostil y amenazado por una tribuna ocupada por perredistas agresivos y dispuestos a impedirlo a como diera lugar. Nunca se resignaron a perder el poder que anticipadamente saboreaban; basta recordar los 50 días aciagos de la toma del Zócalo.

Más adelante, solo la obstinación que lo caracteriza hizo posible que nuestro Presidente tomara la decisión de enfrentar lo que antes que él, otros habían preferido soslayar: un narcotráfico fortalecido por la oscura colaboración de los gobiernos priistas, como reconoció públicamente el pasado febrero de este 2011 Sócrates Rizzo: "Durante los regímenes del tricolor, el Presidente de la República tenía el control de las rutas del narcotráfico, lo que permitía mantener la paz social". "De alguna manera les decían: "Tú pasas por aquí, tú por aquí, tú por acá, pero no me toques aquí estos lugares", reconoció el exgogernador priista de Nuevo León; sin duda con conocimiento de causa.

Sostenida durante varios sexenios, esa política perversa explica en gran manera la gravísima situación en la que nos encontramos hoy. "No había tiempo que perder, la inacción hubiese sido peor. Aceptaré la crítica -aún injusta- por haber actuado. Muchos no hicieron nada y yo en cambio actué" argumentó Calderón a Javier Sicilia en el reciente "Diálogo de Chapultepec" que fue por cierto una lección de madurez y mostró que podemos avanzar juntos, razonar, trazar el rumbo.

Nuestro obstinado Presidente insiste en que no negociará con criminales "No claudicaré" dijo, pero expresó su disposición a corregir la estrategia. Rectificar ennoblece.

Estoy convencida de que esta guerra no la ganaremos por las armas, que si bien en principio fueron el recurso más inmediato; visto lo visto tendríamos ya que cambiar de estrategia. ¿Pero cuál? ¿Quién va a proponerla? ¿Cuándo? Porque marchas van y marchas vienen, las críticas al Presidente son cada día más severas, pero yo todavía no escucho una propuesta sensata y viable para terminar con esta pesadilla. Creo que hoy más que nunca nuestro Presidente necesita contar con las cabezas más lúcidas y la voluntad de los mexicanos para encontrar el camino hacia una paz digna y sin concesiones para quienes por las razones que sean, han encontrado en la delincuencia una forma de vida, aunque sepan de antemano que esa vida será breve; y solo si tienen suerte terminará en la cárcel.

Hoy más que nunca, el Presidente de todos los mexicanos, el hombre en quien depositamos el poder y quien ha actuado honestamente según su leal saber y entender, necesita nuestro apoyo. Es verdad que no estamos en un lecho de rosas, pero de nada sirve empedrar más el camino con el talante envilecedor, el maldecir, la desesperación, que solo debilitan la fuerza moral que tanto necesita ahora Felipe Calderón.

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